CASTELLANO: EJERCICIO DE COMPRENSION LECTORA
Lee los capitulos 2 y realiza 5 preguntas de nivel literal, 5 de nivel inferencial y 5 de nivel critica.
Capítulo 2: "Los acusados"
Sara caminaba con los brazos cruzados, su ceño fruncido se
profundizaba con cada paso. No era la primera vez que Valery le preguntaba lo
mismo en el día, y no sería la última.
—¿Puedes creer que nos puso con ellos? —insistió Valery,
apuntando hacia Fabián y Maicol Estiven, que caminaban un par de metros por
delante, riéndose de algún chiste interno.
—No sé qué estaba pensando el profesor Charry —respondió
Sara, sin poder ocultar la irritación en su voz.
Ambas habían esperado que, al formar los grupos, el
profesor las emparejara con amigas o al menos con compañeros que les cayeran
bien. Pero en lugar de eso, Charry decidió que lo mejor era mezclar a los
estudiantes para fomentar el "trabajo en equipo". Así, ellas dos, que
preferían concentrarse y trabajar en silencio, acabaron con Fabián, siempre
bromista, y Maicol Estiven, conocido por distraerse y perder el foco.
—Nosotros podríamos haber terminado la investigación en la
mitad del tiempo si no fuera por ellos —murmuró Sara, mirando de reojo cómo
Maicol Estiven se detenía para observar unas piedras al borde del camino.
—¡Ey, chicas! —Fabián se giró, sonriendo—. ¿Por qué caminan
tan lento? ¡Vamos a llegar los primeros!
Valery y Sara intercambiaron miradas de frustración.
—No es una competencia —respondió Valery en tono seco, pero
Fabián ya se había girado para seguir su paso acelerado.
Fueron los primeros en llegar al campamento. Eso no lo
podían negar. Y ahí estaba el problema.
Cuando entraron en el claro y vieron al profesor José
Charry tirado en el suelo, herido e inconsciente, Sara sintió que el suelo se
hundía bajo sus pies. Valery soltó un jadeo ahogado, mientras Fabián y Maicol
Estiven corrían hacia el cuerpo del profesor.
—¡Profe! ¡Profe, despierte! —gritó Maicol Estiven,
sacudiéndolo con desesperación, pero Charry no reaccionaba.
Fabián, que generalmente tenía una broma lista para
cualquier ocasión, se quedó callado, arrodillado al lado del profesor. Miró a
Sara y Valery, que aún estaban de pie, paralizadas por la escena.
—Esto no está bien —dijo Fabián, su voz ahora seria.
Valery finalmente recuperó la compostura y, sin decir
palabra, comenzó a buscar entre las cosas esparcidas en el campamento. Los
sacos de comida habían desaparecido, y lo poco que quedaba estaba desparramado,
como si alguien lo hubiera revisado y destrozado a toda prisa.
—Nos han robado la comida —dijo con incredulidad, mientras
se agachaba para examinar los restos.
Fue entonces cuando llegaron los otros grupos. Los
estudiantes entraron al campamento en tropel, y al ver al profesor
inconsciente, el caos no tardó en desatarse. Gritos, preguntas, miradas de
terror. Nadie sabía qué hacer ni cómo actuar.
—¡Ustedes fueron los primeros en llegar! —gritó alguien
desde el grupo.
—¡Claro, ellos siempre andan metidos en problemas! —añadió
otra voz.
—¡Eso no es justo! —gritó Sara, defendiéndose antes de que
las acusaciones se extendieran—. Nosotros no hicimos esto.
Pero las miradas acusadoras continuaron. El hecho de que
ellos hubieran sido los primeros en llegar al campamento los puso en una
posición comprometida. Valery, que normalmente era más calmada, se dejó llevar
por la rabia.
—¡Nos están culpando porque llegamos antes, pero ni
siquiera estábamos aquí cuando ocurrió!
Maicol Estiven se puso de pie, enfrentándose al resto de
los estudiantes.
—¿De verdad creen que nosotros haríamos esto? ¡Es el profe
Charry! —exclamó, su rostro reflejando una mezcla de confusión y dolor.
—Si no fueron ustedes, ¿entonces quién? —preguntó una de
las chicas del otro grupo, mirando a Fabián con recelo.
Sara miró a Fabián, quien se mantenía callado, observando
al profesor. Se sentía una tensión palpable en el aire. Nadie sabía qué hacer,
pero todos querían encontrar a alguien a quien culpar.
—Tenemos que pensar con calma —dijo Sara finalmente,
tratando de recobrar el control de la situación—. Encontramos al profesor así.
No lo atacamos ni robamos nada.
Pero, por más que intentaran defenderse, el hecho de que
habían llegado primero al campamento los señalaba. Sara sabía que, hasta que no
encontraran una explicación para lo que había pasado, el resto del grupo
seguiría sospechando de ellos.
Valery se acercó a Sara y le susurró:
—Lo último que necesitamos es que nos sigan culpando por esto.
Sara asintió. Las cosas ya estaban lo suficientemente mal.
El profesor en coma, los alimentos desaparecidos y ahora, encima de todo, las
sospechas cayendo sobre ellos. Tendrían que trabajar juntos para resolver lo
ocurrido y limpiar su nombre.
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